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Según los datos del último Global EntrepeneurshipMonitor de 2011 (G.E.M. 2011), publicado el mes de febrero, los
hombres (7%) se manifiestan más proclives a la actividad por cuenta propia que
las mujeres (4,5%). La edad media del emprendedor nacional se sitúa en los 37
años y, en general, la actividad emprendedora ha aumentado en todos los
segmentos de edad, destacando el tramo situado entre los 18-24 años, en el que
los emprendedores cuyos negocios se hallan en fase de
consolidación se ha incrementado sensiblemente respecto a 2010, mientras
que se reduce el porcentaje de personas con empresas en el mismo estadio de
desarrollo en el siguiente tramo de edad, 25-34 años, en cuatro puntos
porcentuales.
Según el nivel de estudios, en la fase de negocios nacientes
o en consolidación, los datos son coherentes con el aumento de casos en el
tramo ubicado entre los 18-24 años, produciéndose en el mismo un incremento de
los licenciados y titulados en FP. Si bien, en general, en la fase de
consolidación de los negocios, podemos afirmar que existe un mix entre
iniciativas impulsadas por perfiles formativos altos y otros con bajos niveles
de estudios. Si atendemos a la intención de emprender en un futuro próximo, se
percibe un ligero acrecentamiento de personas que no han finalizado la
educación secundaria, y un aumento significativo de titulados en formación
profesional y licenciados, que puede atender a la mayor involucración de los
más jóvenes en procesos emprendedores, dada la falta de empleo por cuenta
ajena, y la mayor implicación de las universidades en la oferta formativa
relacionada con el emprendimiento.
Respecto al nivel de renta, en todas las fases del proceso
emprendedor (naciente, en consolidación y consolidado) se observa una
mayor presencia de personas con rentas bajas, frente a una minoración de
emprendedores con ingresos medios y, a su vez, un incremento de casos en los
tramos más elevados de rentas, que justifican la identificación de un conjunto
de actividades de más calidad en los últimos años combinadas, cada vez más
intensamente, con emprendimiento de subsistencia. Panorama diferente al
divisado antes de la crisis y que parece que va a continuar durante, al menos,
2012.
Según su situación laboral, destaca el
hecho de que, respecto a 2010, prácticamente se duplica el porcentaje de
personas emprendedoras que se hallaban en situación de desempleo.
Aunque mejora ligeramente el número de emprendedores que
afirma poseer una formación específica para impulsar con éxito sus negocios, se
mantiene un equilibrio con los que lo niegan (4 puntos porcentuales de
diferencia –a favor de los primeros- entre un grupo y el otro).Por el sector
económico en el que operan las iniciativas emprendedoras, se detecta un ligero
incremento de las orientadas al consumo, que suponen el 53,3%, frente a un
descenso de las referidas a servicios (23,1%).
Durante el año 2011 se ha agudizado la tendencia, que venía
siendo norma durante los últimos cinco años anteriores, de un mayor peso de las
iniciativas emprendedoras que surgen, en su fase inicial, sin empleados, 7 de
cada 10 de las mismas. Pasando, en la fase siguiente de consolidación, a poseer
entre 1-5 empleados, en casi la mitad de los supuestos, lo cual responde al
perfil de habitual de microempresa predominante en España.
La innovación no está presente en algo más de 6 de cada 10
nuevas empresas, llegando esta carencia, en el caso de los negocios
consolidados, al 84% de los mismos. La innovación junto a la falta de
competencia, definen un emprendimiento de calidad. Durante 2011, 16 de cada 100
nuevas iniciativas no poseía competencia en su ámbito y, tan sólo, el 6,5%
pertenecía a un sector de base tecnológica.
Fuente: Global Entrepreneurship Monitor
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